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María hablo sobre su ruptura por primera vez se abrió y contó todo.

María Valverde: "En ocasiones me he visto muy vulnerable porque siempre cuidaban a Mario y a mí no pero aprendí a quererlo demasiado.





Fue ese gesto que, de pronto, hizo la actriz María Valverde (Madrid, 1987) durante la sesión de fotos en la boutique Chanel, en la parisina Place Vendôme. Dejó caer lentamente a lo largo del cuerpo el albornoz que la protegía del frío para mostrar al fotógrafo lo que llevaba puesto. Fue un instante, casi pasó desapercibido. Pero resumía esa poderosa capacidad de seducción que la ha convertido en una de las estrellas ascendentes del cine español. Su sensualidad aflora inesperadamente; su elegancia madura cautiva al observador. Cuando le pregunto, más tarde, si es consciente de esa carnalidad, Valverde responde con rapidez que no. Y puntualiza:

No me considero atractiva ni mucho menos. Soy distinta, por mi nariz, mis rasgos. Y frente a la cámara me divierto tanto que no pienso en nada más… Pero es mejor así. La inconsciencia es una fuerza”.


Esa es seguramente la clave de su magnetismo. Pasa de la fragilidad a la seguridad en un segundo. Tan pronto radiante como en actitud adolescente, a pesar de sus 27 años: “¡Parezco una niña con los tacones de su madre!”, bromea entre foto y foto. Y sí, Valverde juega, pero también se ríe de sí misma con una distancia adulta. 

Quizá porque, con apenas 16 años, ganó el Goya a la Actriz Revelación por su primera película.


 —La flaqueza del bolchevique, basada en la novela de Lorenzo Silva

— y se puso el listón muy alto interpretando a una niña que enamora a un hombre mayor. “Tuve el mejor inicio que se puede tener, pero esa precocidad te pone un peso enorme encima”, reflexiona. 
“Jugué a ser mayor muy pronto, porque tenía que sobrevivir. Por eso quiero ir un poco hacia atrás ahora, permitirme lo que no me permití entonces”. Valverde está a punto de estrenar 'Exodus: dioses y reyes' (5 diciembre).
Una superproducción que rodó en Tenerife a las órdenes de Ridley Scott. En ella la actriz da vida a Séfora, la esposa de Moisés, encarnado por Christian Bale. Ha rodado 'La carga' en México y 'Broken horses' en Los Ángeles, ambas pendientes de estreno, y protagoniza en Telecinco la serie 'Hermanos'. Pide un té con un perfecto inglés británico 



—“Bueno, soy actriz”, dice entre risas— y cuenta, con su voz ligeramente nasal, que estaba tan emocionada en el rodaje de Scott que se olvidaba de comer. Habla rápido, prolongando las eses cuanto más acelera el ritmo, y se interrumpe a menudo con breves carcajadas.

¿Es esta película el preludio de un salto a Hollywood?

—Sinceramente, no. Admiro muchísimo a los que lo han hecho pero creo que no me iría una temporada larga. 
Es una industria muy competitiva, son ellos los que te buscan a ti y no al revés. Con Ridley Scott fui superando prueba tras prueba. Tampoco he tenido papeles para elegir en mi propio país. Me da un poco de pena, pero no hay dinero para levantar proyectos. María Valverde vive en Londres desde hace varios meses. Reside en el barrio de Notting Hill, donde comparte piso con una amiga. 

Es el tiempo que ha pasado desde que rompió su relación la primavera pasada con el actor Mario Casas, con quien formó una de las parejas más deseadas del panorama nacional. Se convirtieron en los ídolos adolescentes del momento. 


—Lo tenían todo: amor, belleza, éxito…—, pero también en el objetivo favorito de los paparazzi. Esquivaron varios accidentes de coche, recibían llamadas ocultas para averiguar el lugar de una sesión de fotos conjunta, sufrían rumores constantes…“Mucho estrés”, recuerda. Juntos rodaron 'A tres metros sobre el cielo' (2010), basada en el best seller de Federico Moccia, su secuela 'Tengo ganas de ti' (2012), y 'La mula' (2010), en cuyo rodaje se conocieron aunque fue la última en estrenarse. La relación duró cuatro años. Hoy Valverde asegura que ha empezado una nueva vida. “He tocado fondo y me estoy levantando”, describe, pero todavía se le humedecen los ojos al hablar de la ruptura.

“He estado muy mal, y muy triste, pero ahora estoy agradecida de todo lo que ha pasado. Quiero poder brillar de nuevo haciendo lo que me gusta… Me siento torpe en un país desconocido, pero a la vez me siento libre”.
Uno se acomoda a situaciones que no le gustan. ¿Le pasó a usted eso?
—Sí. Piensas que la felicidad es tener éxito, dinero, ser guapo, joven... Nos olvidamos de seguir con los pies en la tierra.

¿Sintió que las cosas se le iban de las manos?
—Eso no… A veces no podía salir a la calle, estaba cohibida, como si me hubieran cortado las alas. Pero te quedas con lo positivo: has hecho trabajos que te han gustado, eres reconocida por ellos, y no hay que darle más importancia.

¿Te arrepiente de algo? —No.

—Pero se utilizó en ocasiones su condición de pareja dentro y fuera de la pantalla…
—Sí, pero no fue una cuestión nuestra. Nosotros siempre quisimos separar ambas cosas. Pero se mezclaron porque era una manera de utilizarnos como producto. No me gustó, pero bueno…
—¿No le dio miedo el fenómeno fan? 
—Físicamente a veces. Me he visto muy vulnerable porque cuidaban a Mario, a mí no. Podía llegar a ser desagradable.
¿Por qué le cuidaban a él? 
—Él tenía más fans… Estaban todas las chicas detrás…
Pero usted era parte implicada. 
—Pero yo me he sentido muy querida. En muy contadas ocasiones he sentido falta de respeto.
¿No teme que se repita esa popularidad por la nueva serie que protagoniza en Telecinco? 
—No, creo que es otro tipo de público. Y ya tengo callo.

En la familia de Valverde nadie está relacionado con la interpretación. Su madre es enfermera, especializada en deficiencias físicas y psíquicas infantiles, y su padre trabaja en una gestoría. Todavía hoy no sabe de dónde le viene esa querencia por la actuación, pero empezó a dar clases de arte dramático con diez años. Era tan estudiosa, ordenada y exigente que su madre le enmarcó el primer suspenso que tuvo en el colegio. 

“Hubiera preferido que me castigaran, pero solo querían que supiera que hacer las cosas mal también es bueno”, recuerda hoy.
“Me han apoyado siempre, y me han dejado equivocarme, aunque tuvieran que tragarse decisiones que no les gustaban nada”. Y hubo varias. Con apenas 17 años decidió independizarse “por amor”, y poco después abandonó unos estudios que nunca retomó para viajar a Italia y rodar 'Melissa P.', la historia de una adolescente que descubre la vida a través de una intensa relación erótica.


Sus crudas escenas de sexo causaron cierto escándalo. “Nadie quería que la rodara. Tuve que lidiar con mis padres, con mi representante y con el mundo entero. Nadie lo entendía pero lo decidí. 

Fue duro de rodar y de ver, pero no lo cambio por nada. Leí un guión que me encantó, veía a una chica que me llevaba a sitios en los que yo quería estar”, recuerda. Gracias a esa película, María se sintió actriz por primera vez. Pero tuvo que enfrentarse a las etiquetas: la nueva Lolita del cine español. “Me molestó mucho, no lo entendía”, explica. 
“Temía que me encasillaran… No fui consciente de la ambigüedad de aquel primer personaje. Para mí era un juego. Nunca vi lo que un adulto podía ver”. 

Un juego, ir a tu bola, la importancia justa… Son palabras que Valverde repite a menudo cuando hablamos de su carrera, de la belleza, la adulación, el lujo y los privilegios que rodean a una estrella. Se ríe mucho. 
“Yo ficho en el trabajo y luego salgo por la puerta como los demás. Soy muy feliz con lo que hago pero hay que poner las cosas en su sitio. Soy actriz, no médico”, asegura. 
Es su manera de mantener a raya el vértigo y el ego. A los 15 años no distinguía lo que eran. Pero hoy sí. Le gusta atraer todas las miradas y, al rato, entrar en el metro con la cara lavada y mirar sin que la miren.
 “Estoy probando cosas nuevas —murmura—. Compartir piso, vivir como una estudiante…  Me quedé vacía y me estoy llenando de todo lo que necesito para ser una buena actriz. Estoy expectante. Nunca he tenido tantas amigas”.

¿Y de Mario? ¿Podrá ser amiga algún día?  
—No lo sé. Ahora mismo no.